¿Seguro que superaste estos monstruos de la infancia?

Estilo de vida

Cuando niños, muchos de nosotros pasamos por esa etapa en la que ciertas cosas nos despertaban horror. A algunos nos paniqueaba nuestro propio cuarto a oscuras, en el que las siluetas de las sillas y los muñecos se veían como monstruos al acecho. Otros palidecían con el fantasma de una peli. A otro más, lo fritaban los payasos.

Luego crecimos y sentimos que muchos de esos miedos estaban superados. ¿Pero… de verdad lo están? En esta entrada de Metidas de Plata, vamos hablar sobre algunos viejos temores de la infancia que, a lo mejor, en lugar de desaparecer cambiaron. Pequeños monstruos que a veces vuelven para atormentar nuestras noche, la manera en la que vivimos y hasta la forma en que manejamos la plata.

Aquí, algunos monstruos.

El Pasillo

¿Alguna vez, en tu casa o en la de algún familiar tuviste miedo de cruzar un pasillo que tenía poca luz? ¿Uno de esos corredores largos en cuyas sombras cabía toda clase de monstruos hollywoodenses o inventados? En la adultez, atiborrada de chicharrones, facturas y obligaciones, el viejo pasillo oscuro es un ejemplo de la ansiedad que nos produce estar metid@s en un problema y no ver la salida.

Un pasillo a oscuras de la adultez puede ser una deuda en la que no sabes cómo resultaste metid@ y de la que no sabes cómo salir. Cualquier tipo de problema en el que no encontremos una solución se convierte en un pasillo. Lo bueno es que, al crecer, aprendimos que la mayoría de corredores conducen a una salida, es su función.

Para las deudas, hay métodos como la Bola de Nieve y para los problemas hay salidas. Enfócate en tu salida y no sigas llevad@ del susto en el pasillo.

El cuarto oscuro

¿Cuando tenías cuatro, te horrorizaba la oscuridad? ¿Le empezabas a encontrar forma de monstruito a los juguetes y a las sombras? A los 30 la cosa puede no ser muy diferente. Porque también en la adultez nos asustan los problemas del trabajo, de la plata y de la vida. Entonces, empezamos a distorsionar un poco las cosas. A ‘envidearnos’ y sobredimensionar los problemas. Se llama ansiedad y es un mal de nuestra generación. Resolverla no es tema de un blog, pero existen herramientas para combatir ciertos aspectos de día y de noche.

De día, es probable que necesites aprender a manejar tu tiempo para resolver tus cosas de la mejor manera posible y ser productiv@ hasta el tope. Si tus líos son de plata, lleva las cuentas en Nequi, organiza tu plata en Bolsillos y ten el control de todo lo que gastas. Con las cuentas claras, puedes armar un presupuesto y empezar a controlar la plata.

Y de noche, existen herramientas: apps como Calm o Headspace que te ayudan a descansar. Sin descanso no hay energía para resolver nada. El descanso es como ponerle luz a tu habitación para que veas todo con claridad. Con luz, los problemas se ven más claramente (A propósito, si no has pagado la luz de tu casa, cof, cof…, es hora de hacerlo desde tu celular y luego vuelves a esta entrada. Lo puedes hacer aquí.

El fantasma

Los fantasmas son un ejemplo de algo que perdimos… pero no del todo. Algo que no nos atrevemos a dejar ir. Un fantasma es en teoría, alguien que murió, pero que sigue aquí, no como antes, apenas un eco…

Cuando somos grandes nos empiezan a pesar las decisiones que tomamos. Nos da guayabo pensar en las oportunidades de camello que dejamos pasar, en los proyectos que no salieron bien. En la plata que nos malgastamos. Todo eso empieza a pesar y de golpe, nos encontramos cargando con un montón de pasados perdidos, fantasmas en la espalda.

Aprender del pasado es una cosa pero cargar con el mismo es otra muy diferente. Hagamos un duelito por cada cosa que no pasó, pero no dejemos que el guayabo nos impida seguir. Algunas ideas para lograrlo.

  • Si te salió mal ese trabajo soñado, ve por el siguiente y llega con las lecciones aprendedidas.
  • Si perdiste una oportunidad de negocio, entiende que, en la plata y en la vida, las cosas que nos salen mal son oportunidades para lo que viene.
  • No te amargues por lo que no ahorraste en el pasado y ponte ahorrar para el futuro.

El payaso

Quienes saben de la mente humana, dicen que la aversión a los payasos tiene raíz en una familiaridad indefinida. Es decir, vemos a alguien humano, pero con rasgos extraños y eso nos aterroriza.

La desconfianza no es, necesariamente, una cosa negativa. Nos ayuda a protegernos de los demás. Desconfiamos de estafadores y gracias a eso, no nos estafan. Desconfiamos de un león, no lo abrazamos y el león no nos come. Los temores también nos protegen. Si ves un payaso en la calle, no le tengas miedo, en cambio, canaliza ese temor a tu favor para desconfiar de terceros que puedan aprovecharse de ti.

Como somos un blog de plata, te damos consejos para desconfiar y cuidar tu plata en línea.

  • No compartas con nadie usuarios, claves o el número de tu Tarjeta Nequi. Menos si te ofrecen alianzas y entregas.
  • Evita dar clic en enlaces de correos sospechosos.
  • Cambia tu clave con frecuencia.
  • Descarga apps solo de sitios conocidos.

Eso sí, el temor a la diferencia no siempre nos protege. A veces, nos priva de conocer gente, proyectos y trabajos bellos. La desconfianza nos sirve, pero, en sobredosis, nos aísla.