El efectivo ya no es efectivo

Educación financiera

Todos tuvimos alcancía alguna vez. Una alcancía que, cuando llegaban visitas –familiares o amigos de los papás–, salía a ver si alguien quería hacerle un aporte.

Era un placer ver a esa alcancía pesada, llena hasta el tope. Ver cómo llegaba un punto en el que salían algunas monedas. Qué alegría ver los morritos de monedas de 50, 100 y 200 pesos, y uno que otro billete de mil o dos mil, y sentirse como Tío Rico nadando en su piscina de oro.

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De tanto mirar esa alcancía cuando éramos niños, nos acostumbramos a que es mejor ver la plata con nuestros propios ojos, a creer que está por ahí, en algún lugar de la red. Mejor dicho, da más sensación de riqueza tener cien mil en la billetera que cien mil en la cuenta. Peeeeeeeeero, más allá de la recompensa visual, las ventajas del efectivo terminan ahí: se quedan en el caldo de ojo.

En días de lavado de manos frecuente y “protocolos de bioseguridad” como término de moda (alguien debería hacer una canción que se llamara así), el efectivo se nos ha vuelto un encarte. Por un lado, no sabemos por cuáles manos tocaron los billetes que nos llegan. Por el otro, sin poder salir mucho de la casa, es menos común ir a un cajero a sacar plata.

No es que la plata sobre ni que debamos despreciarla. Es que ahora que hacemos tantas cosas con el cel y el compu, preferimos no esperar el cambio en monedas de un billete de cincuenta para llegar a la casa a desinfectarlas o ponerlas en cuarentena.

Por eso, te presentamos Cinco cosas en las que el efectivo ya no es efectivo:

1. Ahorrar

Como dijimos, los días de la alcancía fueron lindos, tiernos, añorados, pero es hora de dejarlos ir. Tener la plata por ahí escondida en rincones de la casa, no nos deja saber cuánto tenemos exactamente. Es más difícil mover la plata y hay más riesgo de que, en una organizada de la casa, alguien bote ese tarro de galletas donde estabas guardando tus ahorros. Todo eso desaparece si organizas tu plata en el mundo digital.

2. Pagar

Promociones, descuentos, Black Friday, Black Tuesday, Black lo que sea… compra-hoy-paga-en-tres-meses… Es imposible no haber sido tentado por alguna de las ofertas que llegan para comprar en línea. Además, en esta pandemia, muchos negocios han mejorado sus sistemas de venta por Internet, para que podamos comprar regalos, comidas, antojos sin salir de casa.

¿El pero? Que la emoción de tener todo disponible nos puede poner a comprar más de la cuenta, a gastar más de lo que tenemos. Como queremos que cuides tu plata, una buena idea es usar la Tarjeta Nequi para las compras en línea. ¡Así pagas con lo que tienes!

3. Enviar plata

¿Cuántas veces no le envías plata a alguien porque te toca ir hasta una oficina  o simplemente odias que te cobren comisiones? Además, ¿cómo  ir a un lugar donde toque hacer fila en tiempos de pandemia?

Ni hablar… Así como en el mundo ya no deberían existir los brackets, ir a una oficina de giros también debería ser cosa del pasado. Con Nequi, puedes enviar plata tan fácil como si estuvieras chateando. Es más, puedes enviar plata mientras estás chateando. Es más, envía esa plata que tenías pendiente ya mismo.

4. Administrar

Ojalá la vida fuera tan sencilla como los problemas de matemáticas que nos ponían en el colegio para aprender a sumar y restar (“si tengo 10 pesos y gasto 7, ¿cuántos pesos me quedan?”). En el mundo real hay que tener en cuenta los intereses, impuestos como el IVA o la retención en la fuente, el precio variable del dólar, entre otros, para hacer cuentas de gastos, ingresos y deudas.

Pero eso no puede ser excusa para no organizarse ni organizar la plata. Hoy existen servicios digitales como los Bolsillos de Nequi, que te permiten que organices tu plata como quieras, incluso en cantidades tan específicas que ni vienen en los billetes. Así, si tienes que pagar $38.999 por una camiseta, $21.005 por tu plataforma de video o $45.190 por un mercado, ¡tranqui! Planea esos gastos desde Nequi.  

5. Llevar las cuentas

El verdadero problema con la plata es que se acaba, y sobre todo cuando se nos va sin que nos demos cuenta cómo y a qué hora. ¿Te ha pasado que te llega un billete de 50, dices “Uy, riqueza”, y al final del día ya no hay billete de 50, solo monedas, y dices “Uy, pobreza”? Algo así pasa cuando no  tenemos cómo organizar la plata, ni nuestros saldos minuto a minuto, saber en qué se nos va la plata y tener claros los límites que no podemos pasar.